Elvira Mansur – artículo revista CorpoSano – 14 diciembre 2022
¿Cuántas veces en tu día a día haces cosas que en realidad no quieres hacer?
¿O estás con personas con las que no quieres estar o acudes a lugares donde no quieres ir?
Esto les ocurre a muchísimas personas a lo largo de todas sus vidas. Cuando hacen memoria reconocen que llevan mucho tiempo haciendo cosas que no querían.
Al preguntarles por qué les ocurre, responden en la mayoría de los casos, que por no quedar mal con la pareja, la familia, los amigos, los jefes, por acompañar a alguien que se lo ha pedido, por no dejar que esa otra persona vaya sola, porque les da pena, por lo que pensarán de ti si te niegas …y así, sería innumerable la lista de motivos-excusas, que al final llenan a la persona de insatisfacción cuando no de infelicidad.
Muchas veces manifiestan miedo a las consecuencias de negarse a algo, miedo que sale de su imaginación, pues nunca se han negado y por tanto no suelen tener certeza de qué ocurriría.
También responden que eso es normal, que una vez por ti y otra por mí y además se sienten muy bien ayudando al otro, considerándolo casi una obligación.
En definitiva, en muchas ocasiones saben que no quieren hacerlo, pero son incapaces de decir que no.
Pero los problemas surgen cuando el intercambio no está equilibrado, cuando la persona toma consciencia de que es siempre ella o él quien hace lo que no desea, que el otro nunca, porque ni se le ocurre o porque si se lo pides te dice que no, que no puede o que no le va bien.
Ay…y entonces se nos queda el ánimo por los suelos, tomamos consciencia del desequilibrio y nos sentimos mal, tratadas/os como tontos/as, ninguneadas/os, con nuestra autoestima por los suelos, llenas/os de inseguridad, infravaloradas nuestras opiniones, necesidades, emociones y deseos, con una sensación de vacío y soledad nada bonitos ….
Y lo peor, lo que nos hace sentir realmente mal, es que estas emociones nos las provocamos nosotros mism@s, al no atrevernos a decir NO.
No siempre somos conscientes de ello, pero aunque sea de manera inconsciente el resultado es el mismo, malestar, ausencia de bienestar e infelicidad y si no tomamos consciencia de esto, encima podemos culpabilizar al otro de lo que nos pasa.
¿Es que estamos rodeados de malas personas? ¿De personas que abusan siempre de la buena predisposición de otros?
Pues no. Seguro que algunas personas podrían entrar en la categoría de indeseables, pero no son la mayoría que casi siempre ni se da cuenta de que su manera de actuar roza el abuso, es más, se han acostumbrado a recurrir a las personas que siempre aceptan todo aparentemente de buen grado.
Porque es responsabilidad de cada una/o poner sus límites y decir No.
Tod@s tenemos derecho a hacer y no hacer lo que queramos, debamos o consideremos.
Tod@s tenemos el derecho y el deber para con cada un@ de nosotr@s de decir NO, de no hacer lo que no queremos.
Además de todo el malestar que nos provocamos ¿Qué otra implicación tiene no ser capaz de decir que no?
Ser capaces de negarnos a hacer algo que no queremos hacer tiene implicaciones muy importantes porque es señal de que nos respetamos a nosotros mismos.
Cuando los otros perciben que tú te respetas, aumenta el respeto que ellos sienten por ti, y también ocurre al revés, si no lo perciben no te respetarán. Insisto en que esto ocurre en muchas ocasiones a nivel subconsciente, sin ninguna mala intención, aunque con muy poca empatía.
Es decir, si los demás están acostumbrados a que siempre digas que sí, ni se lo piensan, cada vez que necesitan algo recurren a ti, la que siempre dice que sí. Muy pocos se paran a pensar que quizás no eres capaz de decir que no y empatizan contigo y dejan de pedirte cosas o de aceptar que siempre las hagas tu.
Mucho se habla de respetar a los demás y creo que muy poco del respeto hacia un@ mism@.
De esto trata la asertividad, característica personal que proviene del latín “Assertum”, que quiere decir “afirmación”.
Afirmación de la persona acerca de algo de sí mismo o de los otros que refuerza la personalidad de la persona que tiene así una actitud y un comportamiento asertivo, que sería el de una persona adulta equilibrada.
En los extremos tendríamos por un lado a personas hipoasertivas o pasivas, que son inseguras, tímidas, asustadas de enfrentarse a los demás y que llevan mal las relaciones interpersonales, son las que respetan a los demás pero no se respetan a sí mismas y por el otro a personas agresivas, justo al contrario, sólo se respetan a sí mismas y no a los demás.
Hemos de aprender a decir NO, por nosotros, por las relaciones saludables con los demás, por nuestros seres queridos a los que un No a tiempo puede ayudarles en contra de lo que habitualmente pensamos, porque decir No es un paso importante en la construcción de tu Bienestar saludable.
Así podemos definir la asertividad como: “Habilidad interpersonal que le permite a una persona la expresión libre, directa y honesta de emociones e ideas acerca de sí mismo, los otros o el mundo, de acuerdo con su propio interés, de manera que lo dejen satisfecho consigo mismo y sin transgredir los derechos del otro” (Yáñez, 1996).
La asertividad la practicamos en las relaciones interpersonales pero hemos de aprender a respetarnos y practicar cómo hacer para decir que No cuando queramos.
Porque es muy fácil escribirlo, pero hay muchas personas que de verdad no se sienten capaces de decir No porque no saben cómo hacerlo y esto se puede aprender y practicar.
Desde mi experiencia te propongo empezar haciendo una lista para todas las situaciones en las que sabes que haces algo sin quererlo, de lo que SI quieres hacer de verdad, no de lo que te has acostumbrado a hacer sino de verdad una lista de todo aquello a lo que dirías “esto SI lo quiero hacer, porque SI”.
Una vez la tienes anota cómo te sientes cuando te saltas lo que quieres por no saber decir que NO.
Por ejemplo, en la lista de lo que SI quieres podrías tener:
- Cada tarde me gusta y necesito dedicar un tiempo para mi
Ahora resulta que siempre hay alguien o algo que te lía y te ocupa casi cada tarde, entonces toma consciencia de cómo te sientes cuando no cumples tu deseo:
- Me siento inquieta, estresada, enfadada no sé si con el otro, con el mundo o conmigo, triste, defraudada,…
Acto seguido vuelve a tu deseo, dedicarte un tiempo cada tarde, visualiza que has dicho que No y estás cumpliendo eso que para ti es casi una necesidad. Relájate respirando profundamente y deja que las emociones que sientes visualizando que estás dedicándote a ti las tardes inunden todo tu cuerpo.
- Me siento plena, contenta, segura, con mucha energía, alegre…
Con estas emociones tan agradables sintiéndolas en todo tu ser, lleva tu mente a las situaciones en las que has sido incapaz de decir que NO, míralas desde este estado emocional que ahora te inunda y pregúntate:
♥¿Qué pasaría si me permito disfrutar de lo que Si quiero?
♥¿Qué pasaría si aprendo a respetarme?
♥¿Qué pasaría si me ocupo de mi bienestar saludable?
♥¿Qué pasaría si decido que la persona más importante en el mundo para mi soy yo?
♥¿Qué pasaría si resulta que respetándome a mí misma es como más y mejor puedo ayudar a otros?
Sólo tú puedes cambiar tu vida y cuando pruebes a hacer este pequeño gran ejercicio, te sorprenderás de lo que bien que te sientes y así, si realmente te gusta ayudar a otros podrás hacerlo desde el corazón y la alegría de que lo haces con el máximo respeto hacia ti.
Porque muchas veces pensamos que los demás son más importantes, sobre todo cuando nos referimos a hijas o hijos, pero ¿cómo podrás ayudarlos si tú no estás bien aunque le estés brindando tu ayuda? ¿no sabes que ellos perciben la falta de respeto que tienes hacia ti? ¿sabes lo mal que se percibe esta falta de respeto? ¿sabes el poco respeto que inspiras por ello?
Sé que hay veces que decir No te costará mucho, si te ocurre, visualiza enseguida esas emociones agradables del ejercicio y toma conciencia de todos los beneficios que obtendrás tú y de los que podrán beneficiarse tus hijos y el resto de las personas con las que te relacionas.
Ese beneficio es tenerte a ti como madre, padre, amiga o amigo…como una persona capaz de cuidarse para cuidar, desde una posición de construcción de tu bienestar saludable.
Nada gusta más a los demás que estar con personas que se quieren a sí mismas, porque eso se ve, se nota y se percibe a través de la comunicación no verbal y la mayor muestra de ese querer es el respeto a un@ mism@.
Y si a todo este proceso le añades una sonrisa, verás como te resulta más sencillo.
En otro artículo abordaremos los increíbles efectos secundarios de